mala suerte, buena suerte… ¿por qué arrepentirse?
¿Quién no se ha arrepentido alguna vez de algo? ¿Tú no? Yo sí, algunas veces. No es una sensación agradable. Una de las características del arrepentimiento es su perseverancia (vaya, para hacerlo fácil, que se parece mucho a un pensamiento obsesivo).
No nos decimos, «La has cagado», y ya está. Nos decimos, más bien, «la has cagado, la has cagado, la has cagado, la has cagado…» mientras intentamos dormirnos por tercera vez esa noche. De hecho, es un poco peor, porque la perseverancia es solo una de las cuatro características del arrepentimiento, junto con la negación, el desconcierto y el autocastigo. Poniendo todo junto y en contexto, la cosa iría más bien como «¡No quiero vivir esto ahora, no! ¡Quiero a mi mamá! (negación). ¿Pero cómo narices puedo haber hecho esto? ¿Pero qué me pasaba por la cabeza? (desconcierto). ¡Hay que ser imbécil para haber tomado esta decisión, eres idiota, ya te lo decía, serás un desgraciado toda la vida! (autocastigo)». Mezclar, agitar ligeramente y repetir todo el día, durante muuuuucho tiempo. ¿Ahora ya te suena más? ¿Sí? A mí también…
«Si tenemos metas y sueños y queremos hacerlo mejor, y si amamos a las personas y no queremos hacerles daño o perderlas, hemos de sentir dolor cuando las cosas no salen bien. La cuestión no es vivir sin remordimiento. La cuestión es no odiarnos por tenerlo.»
―Kathryn Schulz
¿Qué te puedo decir, de esto, que te haga sentir mejor? Te diría que nos pasa a todos, pero no es cierto. La falta de arrepentimiento es un criterio para el diagnóstico diferencial de las sociopatías, y de lesiones cerebrales, así que debo decirte que no le pasa a todo el mundo, hay gente que no se arrepiente de nada. Y si bien siempre queda el recurso de la lobotomía, además del arrepentimiento perderías muchas otras cosas.
El arrepentimiento no deja de ser un ejercicio de imaginación y tener imaginación, en general, está bien. Como todo, depende de cómo la utilizamos. Nos arrepentimos cuando pensamos que nuestra situación actual podría ser mejor si hubiéramos hecho algo diferente en el pasado. Y eso quiere decir que hemos hecho algo muy importante y, a veces, difícil: tomar decisiones. Y que hemos imaginado que a partir de ese momento en que tomamos la decisión, las cosas habrían ido mucho mejor para nosotros.
Uy, sí, seguro que habría ido mejor… ¿no?
Pero, la verdad verdadera, es que eso no lo sabe nadie. Conocéis el cuento chino de la «buena suerte, mala suerte»? Como puede deducirse del nombre, viene a enseñarnos que de un hecho concreto no podemos prever si las consecuencias son positivas o negativas, más allá de una valoración inmediata en un contexto muy restringido. Quiero decir que, a la larga, cosas que en su momento hemos visto como positivas, las hemos podido reinterpretar como no tan buenas y, al revés, decisiones que nos han parecido no demasiado acertadas, han tenido consecuencias positivas en nuestra vida que ni siquiera podríamos haber imaginado.
Y todo esto a qué viene
«En cierto modo, llorar está muy bien mientras dura; pero tarde o temprano uno tiene que parar, y entonces hay que decidir qué hacer.» ―CS Lewis
Bueno, si lees nuestro blog es posible que estés poniendo en marcha tu negocio, o tu profesión de manera independiente, o tratando de compatibilizar una actividad propia y una por cuenta ajena, o alguna combinación de todo ello. Y es posible que vivas un momento de tu vida en la que estés tomando más decisiones de lo que era normal hasta ahora. Y que te arrepientas de las que has tomado, o tengas miedo de hacerlo en el futuro. Y queremos decir que es normal. Y que está bien pensar que lo podríamos haber hecho mejor. Y que, una vez hemos aprendido lo necesario de nuestras decisiones, sigamos tomándolas. Es la única manera de poder llegar adonde queremos. Bueno, eso, y saber hacia dónde queremos ir, pero este ya es otro tema.
Deje una Respuesta
Quiere unirse a la conversación?Siéntese libre para participar!