por qué no se trabaja en el trabajo
Nos gustó mucho esta charla de ted, de la que aprovechamos el título para el post. En la misma, Jason Fried establece la paradoja siguiente: la mayor parte de las personas a las que ha preguntado, durante más de 30 años, adonde van cuándo de verdad necesitan tener algo del trabajo hecho, casi nunca es «a la oficina». Suelen referirse más a un lugar (como «el sótano de casa»), o bien un objeto en movimiento («en el tren de camino a la oficina»), o bien un tiempo específico («a primera hora de la mañana», que puede ser en la oficina antes de que lleguen los demás o en cualquier otro sitio).
«¿Por qué pasa esto?», se pregunta, y comenta que en el trabajo, especialmente los creativos (¿y cuáles no lo son un poco?), pasa como en el sueño: va por fases, en el caso del sueño unas cinco. Si cuando estás empezando a dormirte te saltan sobre la cama y te despiertas, pongamos, empezando la tercera, no puedes retomar el sueño desde ahí, volvemos a la casilla de salida. Con el trabajo pasa algo parecido: no le sientan bien las interrupciones. ¿Y dónde suele haber más interrupciones? ¡Exacto, en las oficinas!
«Siempre llego tarde a la oficina, pero lo compenso marchándome temprano»
― Charles Lamb
Y de entre las más temibles, nos cuenta, no son ni Facebook ni twitter, ni tan solo las reuniones alrededor de la máquina de café o la pausa para el cigarrillo: están las que llama M&M (Managers and Meetings, o lo que es lo mismo, los jefes y las reuniones). Los jefes porque su trabajo es, dice, precisamente interrumpir a los demás para saber cómo llevan el suyo. Y las reuniones porque tampoco suelen ser trabajo, sino que lo generan, y también interrumpen, y masivamente, a las personas allí donde estén de su proceso productivo, aunque no sea el mejor momento para hacerlo.
Total, que un jefe iluminado, como cuenta, lo mejor que puede hacer es facilitar a los empleados que dispongan de tiempo seguido para pensar y resolver problemas y trabajar, al estilo del «casual friday», pero más como «jueves silencioso», por ejemplo, en que no se pueda hablar con los compañeros: cuatro horas seguidas sin interrupciones dan para mucho.
Eso, o no disponer de jefes, lo que cada vez és más frecuente si hacemos caso de lo que The Economist ha dado en llamar «una explosión cámbrica» promovida por, entre otras cosas, cambios económicos y sociales que llevan a los otrora empleados a montarse por su cuenta o a apuntarse a una startup. Parece que, desafortunadamente, esta «explosión cámbrica» tiene asociada una «destrucción masiva», motivada muchas veces por un exceso de optimismo en las propias posibilidades de éxito. Por eso es recomendable poner nuestra idea en perspectiva y buscar el asesoramiento que complemente nuestras capacidades.
Y, como ya sabéis, sí que existe un sitio donde podéis conectar con vosotros mismos durante el tiempo que decidáis… ¡y sin jefes! 😉
image by Jarle Naustvik
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